El trabajo tiene un precio ;)
1 febrero, 2014
Vender barato o caro es simplemente una forma de posicionarse. Aunque para nosotros frases tipo: «lo barato sale caro», contienen mucha razón.
Entrar en un trato por precio bajo, puede ser el principio del hundimiento de cualquier persona emprendedora con escasa financiación. Si lo que vendes tiene un precio bien pensado (ni alto, ni bajo, simplemente su precio), seguramente es porque ya desde el origen tiene buena calidad.
Vender un producto o servicio por debajo de su precio, puede enrolar el proyecto en un círculo vicioso difícil de asumir.
Las 3 razones principales que nos mueven a pensar esto son:
- Si a tí no te pagan bien, el día de mañana es muy posible que tú no puedas responder a tus socios, colaboradores, simpatizantes, amigos, familia, acreedores, trabajadores, etc…
- Vender barato «cachivaches» todavía puede tener algún beneficio, pero aún así no te servirá para posicionarte mucho más allá del «baratillo plasticoso» que nos rodea. Es una forma de subsistir, pero ¿este es el modelo de empresa que realmente querías tener? Bueno, quizá sí y ya te estás forrando 😉
- Como consumidor: cuando entras en un almacén con ropa de stock fuera de temporada, normalmente ya no encuentras orden en las estanterías, la ropa no está doblada y tienes que recorrer montones y montones de mesas llenos de toneladas de ropa para encontrar una camisa a mitad de precio. Eureka, lo consigues, pero ¿cronometraste el tiempo que tardaste en hacerlo? ¿Valoraste la experiencia?. Nadie te atendía, hiciste una gran cola para pagar y lo que es peor: a los tres días, la mayoría de las veces, la super-rebaja se convierte en un trapo más dentro tu armario y ya no sabes si tiene solo tres días o han pasado por él cuatro temporadas.
Nuestra experiencia:
En nuestro campo, como estudio de diseño gráfico y web, esta confusión está a la orden del día. Actualmente «Todo el mundo sabe diseñar» y cualquiera te vende «Una página web gratis». Nosotros, al principio, desconcertados con este mundo de ofertas sin descanso, intentamos luchar por precio, y por ende tuvimos más encargos de los que podíamos atender. «Qué bueno tener encargos en tiempos de crisis», era lo que nos decían algunos colegas. No dábamos abasto, pero realmente tuvimos suerte de parar la espiral en la que nos adentrábamos. Empezamos a observar que no nos gustaba lo que hacíamos. Es muy triste cuando emprendes tu propia idea y un día la miras cara a cara para descubrir que no es ni por asomo lo que habías proyectado.
Optamos por dejar que subcontrataran nuestros servicios, redujimos precios hasta límites insospechables… Hasta que decidimos ser fuertes para decidir que nuestro servicio tiene un precio y empezamos a valorar cosas que sabemos a ciencia cierta que a día de hoy valoran nuestros clientes. Detalles como: atención personalizada, estar disponible siempre que nos llaman, ser buenos en nuestro trabajo, analizar y tratar con mimo cada proyecto, asesorar, dar garantías de evaluación, seguimiento y sobre todo estar ahí. Estar al lado de quien ha depositado confianza en nosotros, para realizar un servicio sin importarnos las dimensiones del mismo. Podríamos apuntar un amplio etcétera que generalmente no valorábamos y un buen día decidimos hacerlo para, sin perder la cabeza, diseñar nuestros precios haciendo la tan valiosa ecuación: calidad del servicio – precio al público.
Podemos ahondar más en el típico anuncio de «Páginas Webs Gratis». Sí, es cierto, ponen a tu disposición toda una galería de plantillas para montar una página web, pero ¿quién te apoya? ¿qué soporte tienes? ¿en manos de quién estas dejando tu .com? y lo más relevante ¿gratis, gratis? ¿contabilizaste el tiempo que invertiste en poner la página web en marcha? ¿el acabado final se asemeja a lo que pensaste? ¿estás seguro de que esa es la imagen que quieres dar a tus clientes potenciales, a tu público en general?. Todas esas respuestas te las pueden dar personas con experiencia, profesionales que día a día se dedican a esto y que sin duda sabrán dotar de solvencia y valor añadido un proyecto.
Pensemos ¿Es sostenible tirar los precios? y lo que es más importante aún: ¿Merece la pena meterse a fondo en una guerra de precios por ver quien es más barato? ¿Podemos permitírnoslo? ¿Qué tipo de sociedad estamos desarrollando cuando hacemos este tipo de compras?.
CADA COMPRA QUE HACEMOS (POR PEQUEÑA QUE SEA) CONTRIBUYE A FOMENTAR UN MODELO DE SOCIEDAD.
Hola, totalmente cierto. Cada pequeño trabajo que se hace tiene un coste.
P. Estrada.
Así es Paula. Muchas gracias por leernos y sobre todo por tu feedback. Sin duda nos ayuda a seguir escribiendo artículos de este tipo 🙂
Hola, totalmente cierto. Cada pequeño trabajo que se hace tiene un coste.
P. Estrada.
Así es Paula. Muchas gracias por leernos y sobre todo por tu feedback. Sin duda nos ayuda a seguir escribiendo artículos de este tipo 🙂